El Gobierno considera que Argelia no tiene el potencial que sí ha demostrado Marruecos en determinados momentos para desestabilizar con la migración al carecer de flujos de subsaharianos y utilizar fundamentalmente nacionales de ese país la ruta que conecta con la orilla mediterránea española, principalmente con Almería, Murcia, Alicante y Baleares.
El anuncio realizado el miércoles pasado por el Ejecutivo de Abdelmayid Tebune dando por roto con «efecto inmediato», tras el volantazo de Pedro Sánchez a la cuestión del Sáhara, el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación que regulaba las relaciones bilaterales desde 2002 no sólo genera inquietud por el efecto que pueda tener para la importación de gas y para las exportaciones españoles. También por las consecuencias que acarree tanto en materia de lucha contra el crimen organizado como en el control migratorio hacia la península.
Todas las fuentes policiales consultadas por este periódico coinciden en que, a partir de ahora, se va a registrar un repunte en la llegada de migrantes argelinos a España coincidiendo con el deterioro de las relaciones y la mejora de las condiciones climáticas. Lo que ninguna sabe calibrar todavía es qué dimensión tendrá la llegada de pateras procedentes de dicho país, de donde parte una de las principales vías de entrada a Europa.
«Argelia no tiene un botón para lanzar a la gente. En el fenómeno migratorio influyen muchos y complejos factores, como las condiciones económicas, el papel de las organizaciones criminales… En este caso, el 100 % de las pateras trae a argelinos», señalan las fuentes. Y añaden: «No va a ser Arguineguín [localidad grancanaria en la que hubo un aluvión de llegada en 2020], pero quizá la foto este verano va a ser Formentera [Baleares]».
La sensación que existe en el seno del Ejecutivo de Pedro Sánchez es que Argelia no tiene la misma capacidad desestabilizadora que Marruecos, país que en momentos de crisis no ha dudado en utilizar la inmigración -como demostró con la entrada masiva en Ceuta de mayo de 2021– como arma de presión hacia España. En ese caso, Rabat escenificó abiertamente su malestar con Madrid por la decisión de acoger en un hospital público de Logroño al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para que fuera tratado de covid-19.
Esa decisión humanitaria -una afrenta para Marruecos que Argel aplaudió- coincidió en el tiempo con las negociaciones que la empresa española Naturgy mantenía con la compañía argelina Sonatrach para la ampliación del gasoducto Medgaz, por el que se ha incrementado su capacidad un 25 % tras una inversión de 73 millones de euros. Zanjada la crisis con Marruecos, es ahora Argelia quien da por rotas las relaciones tras justificar esta semana Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados la nueva postura sobre el Sáhara.
Fuente: https://www.elindependiente.com/